miércoles, 29 de octubre de 2008

Evolución súbita e imprevisible

Darwin siempre aceptó el lema “Natura non facit saltum” y consecuentemente, pero en contra de otros evolucionistas, defendió que el proceso evolutivo iba a ritmo lento, sin saltos súbitos, gradualmente. El registro fósil, ciertamente, no apoyaba éste gradualismo, más bien debe testimonio de saltos y de discontinuidad. Pero Darwin argumentaba que el registro era incompleto e imperfecto, era como un libro que sólo le quedan escasas páginas, pocas líneas por página, pocas palabras por línea y pocas letras por palabras.
Stephen Jay Gould y Niles Eldredge plantean un modelo evolutivo que cuestiona éste gradualismo de Darwin: el modelo de equilibrios puntuados o de equilibrios discontinuos. Un modelo que sí encaja y explica el actual y voluminoso registro fósil, un registro que no da testimonio de cambios morfológicos graduales, sino de abruptas discontinuidades.








El modelo de equilibrios puntuados establece que las especies viven largos períodos de estabilidad, períodos de equilibrio de millones de años, que se ven cortados bruscamente por fases breves de cambios (miles de años) en las cuales aparecen nuevas especies. “La historia de cualquier parte aislada de la tierra, como la de cualquier soldado, consiste -ilustra un colega de Gould- en largos períodos de aburrimiento y breves períodos de terror”.
El registro fósil muestra la estabilidad de las especies durante “largos períodos de aburrimiento”, tiempo que se va repitiendo tras “breves períodos de terror” en los cuales se da, súbitamente, una gran diversificación pero también una gran extinción.
En tiempo de Darwin estaba ya vivo el debate sobre la naturaleza rápida o lenta de los cambios geológicos: cataclismos naturales o gradualismo. Gould considera que la opción de Darwin por el gradualismo no se explica en base a datos empíricos sino por las influencias culturales y metodológicas. (Culturales: se había asumido el cambio en las sociedades, pero, tal y como defendía el pensamiento liberal, las transformaciones sociales duraderas eran lentas, graduales y ordenadas. Metodológicas: Darwin había aprendido de Lyell que no se debe dar preferencia a la apariencia inmediata sino a la realidad escondida, el gradualismo estaba escondido debajo el imperfecto apariencia). Gould, al contrario, opta por el cambio rápido: diferentes catástrofes han marcado profundamente el proceso evolutivo.
No sólo la catástrofe que supuso la desaparición de los dinosaurios, hace 65 millones de años, también la de finales del Pérmico, que barrió el 95% de las especies de la superficie de la Tierra. Unos apocalipsis que se han repetido, imprevisiblemente, a lo largo de la marcha de la vida.









No es el típico árbol de Navidades invertido lo que representa mejor la marcha de la vida, sino un árbol no invertido con diversidad inicial, pasante de menos a más complejidad. En todo caso, la iconografía de un árbol no invertido, en el cual la disparidad y la diversidad se hallan en la base y en el que sólo unas ramas han sobrevivido, con vacíos inmensos entre ellas.


Si se rebobinara la película de la vida, borrando todo cuanto ha acontecido y volviese a comenzar su historia, los nuevos acontecimientos serían sorprendentemente diferentes. Diversidad de itinerarios eran posibles; los resultados, no se podían predecir de entrada. La historia de la vida es una historia contingente: el azar y las circunstancias deciden de qué manera se desplegarán las formas vivas en nuestro planeta. Así, los hombres debemos nuestra existencia a una serie de casualidades que se han producido en la historia de la vida desde su origen. La vida no conduce necesariamente a la aparición del hombre.
Prof. Alejandro Vaccari